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Lo que Freud le contestó a Albert Einstein

La inteligencia es el único medio que poseemos para dominar nuestros instintos” S. Freud, El Provenir de una Ilusión.

Entre los intercambios epistolares que Albert Einstein mantuvo con el padre del psicoanálisis, adquieren especial relevancia dos cartas, las cuales fueron publicadas en 1933 por la Liga de las Naciones (organización internacional que antecedió a la ONU). En aquel entonces ambos personajes gozaban de fama internacional. Einstein, luego de la publicación de su Teoría de la Relatividad Especial y General, se había convertido en un luchador incansable por la paz y el desarme mundial, «el nacionalismo es una enfermedad infantil, es el sarampión de la humanidad» expresó en cierta ocasión.

La carta de Freud (respuesta a la de Einstein) fue incorporada en las diversas ediciones de sus Obras Completas con el título El Porqué de la Guerra.

Freud se comparaba con Einstein: “A este hombre afortunado todo le resultó más fácil que a mí”

Freud conoció a Einstein  en Berlín, en diciembre de 1929. Respecto a este encuentro, el padre del psicoanálisis escribió a Ferenczi: «He pasado dos horas de charla con Einstein […] Es alegre, seguro y amable, entiende tanto de psicología como yo de física, así que hemos hablado muy a gusto». Unos días después, Freud le escribió a María Bonaparte: «A este hombre afortunado todo le resultó más fácil que a mí. Contó con el apoyo de una larga serie de precursores a partir de Newton, mientras que yo tuve que dar cada paso abriéndome el camino solo, a machetazos, en medio de una espesa jungla». Resulta interesante que Freud considerara que a Einstein el camino se le abrió fácilmente, sin el arduo trabajo que a él le representaron sus descubrimientos. Años atrás, en Historia del Movimiento Psicoanalítico (1914), Freud   se había comparado con Robinson Crusoe para describir el contexto de sus hallazgos. Sin embargo, más allá de la percepción de Freud, lo cierto es que ningún científico o pensador lograría generar un avance importante en el conocimiento del hombre o de la naturaleza, viviendo (metafóricamente) en una isla desierta.

Freud consideraba a Einstein un «mortal afortunado», como se lo confesó a Max Eitingon, «porque él trabajaba en física matemática y no en psicología, donde todo el mundo cree que puede opinar»

Einstein no dudó en preguntarle a Freud: “¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?”

En su carta, Albert Einsten hace referencia a lo que considera el «más imperioso de todos los problemas que nuestra civilización […] debe enfrentar». El problema era este: «¿Hay algún camino para evitar a la humanidad los estragos de la guerra?»

Años atrás, los estragos generados por la Primera Guerra Mundial, llevaron a Freud a publicar sus Consideraciones de Actualidad sobre la Guerra y la Muerte, ensayo que vio la luz en las páginas de la revista Imago. Freud expresó que le resultaban significativos los cambios operado en el ser humano bajo la influencia de la guerra en pleno siglo XX, sentía con «desmesurada intensidad la maldad de esta [¡aquella!] época». Época en la que la evolución cultural había conquistado logros nada despreciables, respecto a esto expresó: «los hombres cometen actos de crueldad, malicia, traición y brutalidad, cuya posibilidad se hubiera creído incompatible con su nivel cultural». Años después, en El Porvenir de una Ilusión, Freud consideró a cada individuo «virtualmente un enemigo de la civilización», para lo cual eran necesarios algunos mecanismos que impidieran que cada comunidad humana se convirtiera en una horda de salvajes asesinos. Para el padre del psicoanálisis, la civilización, la cultura y el progreso eran una conquista obtenida por obra de la renuncia a los instintos, o bien a través de su coerción. Este tópico sería desarrollado más tarde en El Malestar en la Cultura.

Una de las grandes aportaciones de Consideraciones de Actualidad sobre la Guerra y la Muerte es el concepto de que las influencias emanadas de la guerra pueden perturbar el estado psicológico de los hombres, y llevarlos a estados primitivos de su vida emocional Para Freud, el retorno a estados anteriores del desarrollo psicológico (involución) es la esencia de la enfermedad mental. Bajo la influencia de la guerra «los hombres más inteligentes se conducen de pronto ilógicamente como deficientes mentales». En este sentido la relación entre guerra y locura no puede menos que ser tema de interés y preocupación para quienes trabajan en el campo de la psicología y la psiquiatría.

Para Freud, la irracionalidad del hombre previa a la conquista de la cultura, yace oculta o adormecida en el hombre moderno, y solo espera una pequeña señal (quizá no tan pequeña) para desatarse, y hacerlo retornar a su estado más primitivo: «La acentuación del mandamiento “no matarás” nos ofrece la seguridad de que descendemos de una larguísima serie de generaciones de asesinos, que llevaban el placer de matar, como quizá aún nosotros mismos, en la masa de la sangre».

Volviendo al tema de la carta, resulta sin duda de particular interés el desarrollo del pensamiento Freudiano en el género epistolar. Fue así quizá como muchas de sus ideas fueron madurando, a fuego lento, tal como puede leerse en la colección de cartas a Wilhelm Fliess que Maria Bonaporte publicó en 1950, bajo el título Los Orígenes del Psicoanálisis (incluida en la traducción de Lopez-Ballesteros).

Sin duda una de las grandes aportaciones de esta carta es el desarrollo del concepto de instinto de muerte:

«Nosotros aceptamos que los instintos de los hombres no pertenecen más que a dos categorías: o bien son aquellos que tienden a conservar y a unir- los denominamos “eróticos”, completamente en el sentido del Eros del Symposium platónico, o “sexuales”, ampliando deliberadamente el concepto popular de sexualidad- o bien son los instintos que tienden a destruir y a matar».

No de menos valor resulta la explicación que Freud proporciona sobre la manera en cómo estos dos instintos, paradójicamente, se complementan:

«Uno cualquiera de estos instintos es tan imprescindible como el otro, y de su acción conjunta y antagónica, surgen las manifestaciones de la vida […] Así, el instinto de conservación, por ejemplo, sin duda es de índole erótica, pero justamente él precisa disponer de la agresión para efectuar su propósito. Análogamente, el instinto del amor objetal necesita un complemento del instinto de posesión para lograr apoderarse de su objeto».

Para Freud, el instinto de muerte, bastante impopular en aquél entonces, «obra en todo ser viviente, ocasionando la tendencia de llevarlo a su desintegración, de reducir la vida al estado de la materia inanimada». En pocas palabras, Eros se debe a Tanatos y viceversa. Para Freud, esta relación complementaria y paradójica representaba una constante en el mundo natural.

Sin duda, el padre del psicoanálisis se hubiese sorprendido con el descubrimiento, a fines del siglo XX, de la apoptosis o muerte celular programada. La muerte de varios grupos de células, programada genéticamente, da lugar a la generación de nuevos tejidos y al desarrollo de un sistema biológico más amplio. La muerte celular es necesaria en el desarrollo embrionario pues algunos grupos celulares sirven de andamiaje o soporte para el desarrollo de otros tejidos y deben después involucionar para dejar el lugar a estructuras más especializadas. Sin la muerte no se podría desarrollar la vida. La muerte, contrario a lo que se creía antes, se halla codificada en el material genético de los seres vivientes. Una explicación más detallada sobre este tema puede encontrarse en el libro La Muerte y sus Ventajas de Marcelino Cereijido.

Freud creía que las guerras podían impedirse si las naciones lograban ponerse de acuerdo para establecer un poder central al cual se le confiriera la solución de todos los conflictos internacionales (en su época, la Liga de las Naciones, era un primer intento). Sin embargo, consideraba un tanto utópico dicho proyecto, pues resultaría difícil evitar que dicho poder central evitara estar influido, o escapara a la seducción de las grandes potencias mundiales o de la Iglesia.

Finalmente Freud argumenta: «Todo lo que establezca vínculos afectivos entre los hombres debe actuar contra la guerra […] El psicoanálisis no precisa avergonzarse de hablar aquí de amor, pues la religión dice también, “ama a tu prójimo como a ti mismo”».

Para Erich Fromm, Freud enfrentó el trágico destino de presenciar una era de locura social progresiva

Freud murió en septiembre de 1939, el mismo mes y año en que inició la Segunda Guerra Mundial. No vería el poder destructivo de la bomba atómica. Erich Fromm escribió sobre esto en La Misión de Sigmund Freud:

«Freud fue el último gran representante del racionalismo, y su trágico destino fue llegar al término de la vida después de haber sido vencido ese racionalismo por las fuerzas más irracionales que el mundo occidental ha conocido. La Primera Guerra Mundial, la victoria del nazismo y del stalinismo, y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, son otras tantas etapas de la derrota de la razón y de la cordura. Freud, orgulloso jefe de un movimiento que tendía a crear un mundo de razón, tuvo que presenciar una era de locura social progresiva»

Y hablando de guerras y de locura social, nos preguntamos ahora: ¿podrá algún día el hombre resolver sus propios problemas? ¿puede esa fe inquebrantable en la razón librar a la humanidad de su propia destrucción? ¿llegará el día en el que los hombres hayan aprendido a dominar sus instintos de agresión y dominio en pro del bienestar humano? ¿podrá el psicoanálisis llevar a la humanidad a un estado de conciencia superior que evite el desarrollo de conflictos bélicos? No lo sabemos, pero indudablemente el tiempo nos dará la respuesta.

Trump contra los valores de la Psiquiatría Infantil

El día de ayer la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia (AACAP, por sus siglas en inglés) publicó una declaración sobre las órdenes ejecutivas de inmigración del presidente Donald Trump.

El siguiente texto es una traducción.


Washington, DC, 1 de febrero de 2017 –

Representando a más de 9,200 miembros, la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de la Adolescencia (AACAP) es una organización profesional dedicada a promover el desarrollo saludable de niños, adolescentes y familias. Nuestra membresía incluye a médicos de 61 países, y tratamos a pacientes pediátricos a través de toda América sin tener en cuenta su raza, religión, etnia o estatus migratorio. Consideramos la salud mental de los niños como una cuestión no partidista que involucra a todas las familias de los Estados Unidos y compartimos con entusiasmo nuestra experiencia con cualquier funcionario u organismo del gobierno que busque proteger la salud mental y el bienestar de los niños, adolescentes y sus familias.
Las órdenes ejecutivas recientes sobre inmigración están en desacuerdo con la misión y los valores fundamentales de AACAP. Estamos especialmente preocupados porque nuestros miembros nos están contando historias de niños que acuden a la consulta expresando temor y ansiedad acerca de la posibilidad de que sus padres sean deportados del país o no se les permita regresar a él después de viajar. También tenemos conocimiento de la historia de un niño pequeño  que fue separado de sus padres en el aeropuerto. Hay que tomar en cuenta que lo que quizá representa una separación relativamente breve a los ojos de los adultos, puede dejar cicatrices indelebles en la psique de un menor en desarrollo.  Es bien sabido que la ansiedad crónica, los sentimientos de no pertenencia o rechazo, y el acoso escolar pueden dañar permanentemente el cerebro de los niños así como el desarrollo y su potencial futuro.
Un número significativo de médicos miembros de AACAP son profesionales graduados en otros países pero actualmente se están adiestrando en Estados Unidos. Vinieron aquí como inmigrantes. Su diversidad cultural, su ética de trabajo y su compromiso con sus pacientes y sus familias aumentan nuestra fuerza de trabajo en la psiquiatría infantil y de la adolescencia, especialidad que está en grave escasez y actualmente es insuficiente para atender las necesidades de los niños de Estados Unidos. Sin los psiquiatras de niños y adolescentes procedentes de otros países, el acceso a los servicios de salud mental necesarios sería imposible en muchas áreas de los Estados Unidos. Estos profesionales devotos merecen nuestro apoyo y gratitud por su compromiso de servir a los niños de América.
Nuestros conocimientos, empatía y experiencia clínica son características de la membresía de AACAP, y nuestros comentarios se ofrecen para el progreso de la salud mental pediátrica. Como siempre, instamos a nuestros miembros de AACAP a abogar por sus pacientes y colegas en asuntos de política pública poniéndose en contacto con sus representantes electos.


Representando a más de 9,200 psiquiatras de niños y adolescentes a nivel nacional, la Academia Americana de Psiquiatría Infantil y de la  Adolescencia (AACAP) es la autoridad principal en la salud mental de los niños.
Los miembros de AACAP investigan activamente, diagnostican y tratan trastornos psiquiátricos que afectan a niños, adolescentes y sus familias. Para obtener más información, visite www.aacap.org.

Documento original en inglés

La Tierra Prometida de Sigmund Freud

“El psicoanálisis no sirve sólo para la curación de enfermedades, sino también para la liberación íntima del hombre. No es sólo una terapéutica para eliminar síntomas, sino también un medio para promover el desarrollo y la fortaleza del hombre”. Erich Fromm

En su última obra, Moisés y el Monoteísmo, Freud  trató el tema religioso desde un enfoque histórico y psicoanalítico, aplicable también al desarrollo de su método terapéutico.  Es aquí donde Erich Fromm ha podido reconocer el carácter “semireligioso” inconsciente del movimiento psicoanalítico:

"El Moisés" de Miguel Ángel
“El Moisés” de Miguel Ángel

Hay que suponer que la preocupación de Freud respecto de Moisés tenía sus raíces en la profunda identificación inconsciente con él. El muchacho que quería llegar a ser ministro del gabinete se había convertido en una persona que aspiraba a ser como Moisés, trayendo a la especie humana un nuevo conocimiento, conocimiento que era la última palabra en la comprensión de sí mismo y del mundo por el hombre. Ni el nacionalismo, ni el socialismo, ni la religión merecían confianza como guías para una vida mejor; la plena comprensión del alma humana revelaría la irracionalidad de todas esas soluciones y llevaría al hombre todo lo lejos a que estaba destinado a llegar. Freud perseguía la finalidad de transformar el mundo. Bajo el disfraz de médico y de sabio, fue uno de los grandes reformadores del mundo de principios del siglo xx. (Erich Fromm, La Misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, 1992)

En otro contexto Fromm nos habla nuevamente de esta particular característica del movimiento freudiano:

Bajo el disfraz de una escuela científica (Freud) realizó su viejo sueño de ser el Moisés que mostró a la especie humana la tierra prometida, la conquista del ello por el yo y el camino para llegar a ella. (Erich Fromm, La Misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, 1992)

Erich Fromm
Erich Fromm

Recordemos la historia bíblica del pueblo hebreo, cuando Dios habla con Moisés y le dice que  no entrará a la tierra prometida debido a su desobediencia:

Sube a este monte de Abarim, al monte Nebo, situado en la tierra de Moab que está frente a Jericó, y mira la tierra de Canaán, que yo doy por heredad a los hijos de Israel; y muere en el monte al cual subes, y sé unido a tu pueblo, así como murió Aarón tu hermano en el monte Hor, y fue unido a su pueblo; por cuento pecasteis contra mí en medio de los hijos de Israel en las aguas de Meriba de Cades […] Verás, por tanto, delante de ti la tierra; más no entrarás allá, a la tierra que doy a los hijos de Israel. […] Y llamó Moisés a Josué, y dijo en presencia de todo Israel: Esfuérzate y anímate; porque tu entrarás con este pueblo a la tierra que juró Jehová a sus padres que les daría y tu se la harás heredar.  (La Santa Biblia, Versión Reina-Valera, 1960)

Freud sabía que el no viviría lo suficiente para ver este gran cambio, pero cifraba sus esperanzas en uno de sus discípulos. Dado que el movimiento psicoanalítico estuvo integrado principalmente por judíos vieneses, Freud quería que el psicoanálisis pasara a los cristianos suizos y de ahí a todo el mundo.

Freud al final de su vida
Freud al final de su vida

Cabe resaltar que para este tiempo el psicoanálisis era llamado la ciencia nacional judía. 

Carl Jung fue el elegido; de nacionalidad suiza e hijo de padres protestantes. Jung sería el Josué “destinado a explorar la tierra prometida de la psiquiatría”.  En su análisis sobre la vida y obra de Freud, Erich Fromm hace notar que la decadencia moral y espiritual de la sociedad vienesa de principios del siglo xx, junto con el rompimiento de las antiguas normas victorianas, contribuyó a que el movimiento psicoanalítico fuera abrazado como una religión:

El psicoanálisis se convirtió en un sustituto de la religión para las clases media y alta urbanas. Aquí, en el Movimiento, lo encontraron todo: un dogma, un ritual, un jefe, una jerarquía, la sensación de estar en posesión de la verdad. (Erich Fromm, La Misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, 1992)      

Quema de libros por los Nazis
Quema de libros por los Nazis

En mayo de 1933, los nazis queman en Berlín los libros de Freud y de muchos otros grandes pensadores modernos; en marzo de 1938 los nazis ocupan Austria e invaden la casa de Freud. Sus amigos lo persuaden de que abandone Viena, tardan tres meses en convencerlo pues Freud no deseaba abandonar su puesto en el círculo psicoanalítico.

 Finalmente en junio del mismo año, él y su familia emigran a Londres en donde muere víctima de un cáncer en la cavidad bucal. Según los que le acompañaron durante sus últimos días, Freud estuvo trabajando, escribiendo y revisando sus teorías hasta el día de su muerte, el 23 de septiembre de 1939.

Suástica Nazi en el domicilio de Freud en Viena
Suástica Nazi en el domicilio de Freud en Viena

Surge ahora la pregunta ¿hacia dónde va el psicoanálisis? ¿verdaderamente ha podido transformar a la humanidad y crear un mundo mejor? Recordemos que para Freud la razón era la única capacidad humana que podía ayudarnos a resolver el problema de la existencia o, por lo menos, a aminorar el sufrimiento inherente a la vida humana. ¿Por qué esa fe inquebrantable en la razón no ha podido resolver nuestros problemas?

En 1965, Eysenck criticó duramente el planteamiento de Freud sobre la psicoterapia en un artículo en que afirmaba que en la actualidad existían muy pocas pruebas de que el psicoanálisis fuera eficaz, ya que la proporción de pacientes que se recuperaban de sus problemas después del mismo era muy similar a la tasa de remisión espontánea (recuperación por efecto del tiempo, sin que el tratamiento forme parte de la misma). Aproximadamente un 30% de una muestra de sujetos con problemas neuróticos se recuperaban de forma espontánea de sus problemas, lo que coincidía, según Eysenck, con el 30% correspondiente al índice de buenos resultados del psicoanálisis en una muestra similar (Nicky Hayes, Psicología, Harcourt, 1999).

Si están permitidas las conjeturas, diré que la importancia del psicoanálisis no radica tanto en su efectividad –pues hay quien asegura que es imposible demostrarla- sino en lo que representa, un movimiento que es reflejo de la búsqueda del hombre por la verdad y por el conocimiento de sí mismo. En mi opinión, el psicoanálisis es, en esencia, un extensión científica del viejo adagio inscrito en el antiguo templo de Delfos: Conócete a ti mismo y conocerás el universo, máxima también proclamada por Sócrates y puesta en práctica por un sin fin de pensadores y filósofos.

 ¿Qué podemos decir entonces respecto a Freud? Cito las palabras de Calvin Hall:

¿Qué fue entonces Freud? Médico, psiquiatra, psicoanalista, psicólogo, filósofo y crítico: todas esas fueron sus vocaciones. Sin embargo, ya se las tome separadas o juntas, en realidad no transmiten toda la importancia de Freud para el mundo. Aunque la palabra “genio” se use de manera indiscriminada para describir a muchas personas, no existe otra que tan bien convenga a Freud. Fue un genio. Puede preferirse concebirlo, como lo hago yo, como uno de los pocos hombres de la historia que poseyeron una mente universal. Al igual que Shakespeare y Goethe y Leonardo da Vinci, Freud iluminó todo lo que tocó. Fue un sabio verdadero.  (Calvin S. Hall, Compendio de Psicología Freudiana, Paidós, 1992)

Para Erich Fromm:

Freud fue el último gran representante del racionalismo, y su trágico destino fue llegar al término de la vida después de haber sido vencido ese racionalismo por las fuerzas más irracionales que el mundo occidental ha conocido. La Primera Guerra Mundial, la victoria del nazismo y del stalinismo, y el comienzo de la Segunda Guerra Mundial, son otras tantas etapas de la derrota de la razón y de la cordura. Freud, orgulloso jefe de un movimiento que tendía a crear un mundo de razón, tuvo que presenciar una era de locura social progresiva (Erich Fromm, La Misión de Sigmund Freud, Fondo de Cultura Económica, 1992) 

divanY hablando de guerras y de locura social, nos preguntamos ahora ¿podrá algún día el hombre resolver sus propios problemas? ¿puede esa fe inquebrantable en la razón librar a la humanidad de su propia destrucción? ¿llegará el día en el que los hombre hayan aprendido a dominar sus instintos de agresión y dominio en pro del bienestar humano? ¿podrá el psicoanálisis llevar a la humanidad a esa tierra prometida que Freud anhelaba inconscientemente? No lo sabemos, pero indudablemente el tiempo nos dará la respuesta.

Mauricio Leija