Resulta interesante notar que el tipo de personas que describe Jaime Sabines en su célebre poema Los Amorosos serían catalogadas por cualquier psiquiatra como individuos con un trastorno límite de la personalidad, mejor conocidos como Borderline
Para empezar, de entrada, Sabines se refiere a “los amorosos” como personas que serían percibidas por su conducta como portadoras de una enfermedad mental, pues dice:
“Los amorosos andan como locos”, y también dice: “Los amorosos son locos, sólo locos”
Según el DSM-5 los pacientes con trastorno límite de la personalidad tienen un patrón de relaciones interpersonales inestables. Sabines lo describe de este modo: “Los amorosos son los que abandonan, son los que cambian, los que olvidan …entregándose, dándose a cada rato”
También el DSM-5 habla sobre alternancia entre los extremos de la idealización y la devaluación en las relaciones de estos pacientes. Es decir, se relacionan con personas irreales. Sabines se refiere a esta percepción irreal de la persona amada con el fragmento: “Los amorosos salen de sus cuevas temblorosos, hambrientos, a cazar fantasmas”. Octavio Paz también usa el término “fantasma” para referirse a este fenómeno, en su magnífico ensayo sobre el amor La Llama Doble, escribe: “Vivimos con fantasmas y nosotros mismos somos fantasmas”.
Otro criterio para diagnosticar el trastorno límite de la personalidad es, como señala el DSM-5, sentimientos crónicos de vacío. Christopher Shea en La Entrevista Psiquiátrica: El Arte de Comprender, lo describe así: “Si pudiéramos sentirnos por un momento inanimados, como una prenda abandonada y colgada en un armario, podríamos empezar a apreciar la vaciedad que habita en estos individuos. Como si fueran prendas de vestir, se sienten vacíos hasta que se llenan con la presencia de otros”. A todo esto Sabines dice: “Vacíos, pero vacíos de una a otra costilla, la muerte les fermenta detrás de los ojos.”
También en el DSM-5 se menciona la ideación paranoide transitoria relacionada con el estrés. Shea lo describe así “Otros fenómenos micropsicóticos frecuentes en estos pacientes son la sensación de irrealidad y la paranoia. En un último análisis, estas personas parecen enfrentarse con un mundo cruel sobre el que sienten tener muy poco control” a lo que Jaime Sabines expresa: “Los amorosos no pueden dormir porque si se duermen se los comen los gusanos. En la oscuridad abren los ojos y les cae en ellos el espanto. Encuentran alacranes bajo la sábana, y su cama flota como sobre un lago.”
Christopher Shea también menciona: “El miedo a ser abandonado se convierte en un fastidioso compañero siempre presente, lo que empeora cuando, debido a su comportamiento impredecible y manipulador son realmente rechazados. Un elevado nivel de estrés en las relaciones interpersonales es el precio que hay que pagar para ser amigo de este tipo de personas.” Por lo que Sabines dice “Los amorosos andan como locos porque están solos, solos, solos. Los amorosos son los insaciables, los que siempre -¡qué bueno!- Han de estar solos.”
Por último, Sabines nos retrata a “los amorosos” como personas con una fuerte tendencia a la tristeza: “Los amorosos andan como locos… llorando porque no salvan al amor”, “Saben que nunca han de encontrar. El amor es la prórroga perpetua”, “Y ellos caminan, lloran hasta la madrugada en que trenes y gallos se despiden dolorosamente”, “Y se van llorando, llorando la hermosa vida.”
Siempre es interesante contemplar algún trastorno de la personalidad desde la visión de los poetas y al mismo tiempo desde la visión psicológica. La poesía –contrario al lenguaje cotidiano- expresa verdades más profundas y crea nuevas realidades. Por el contrario, el lenguaje científico nos permite manejar conceptos más objetivos que puedan ser puntos de partida para la investigación. Cualquiera que haya revisado aunque sea superficialmente los textos de Freud, Carl Jung o Erich Fromm por mencionar a algunos, notará que se encuentran salpicados de fragmentos y citas de las grandes obras de la literatura universal. Como ha expresado Octavio Paz en La Llama Doble haciendo referencia al amor: “La superioridad de Freud reside en que supo unir su experiencia de médico con su imaginación poética. Hombre de ciencia y poeta trágico, Freud nos mostró el camino de la comprensión del erotismo: las ciencias biológicas unidas a la intuición de los grandes poetas”.
Hoy los psiquiatras ya no se interesan en la literatura, la tendencia que predomina actualmente es enfocarse en los mecanismos neurobioquímicos que se relacionan con los trastornos psiquiátricos. Pero el camino hacia la literatura está abierto y siempre resulta atrayente ver en él una fuente casi inagotable de conocimiento.
Mauricio Leija Esparza