En materia de psicopatología, Hamlet puede ser un modelo para comprender el proceso de duelo y su progresión hasta la depresión. Como veremos en las siguientes líneas, las descripciones psicopatológicas de Shakespeare concuerdan con los criterios actuales para el diagnóstico de depresión.
Hamlet nos enseña que los verdaderos duelos no se resuelven. Nos muestra que siempre nos persiguen los fantasmas de aquellos que han partido, como si buscaran estar otra vez con nosotros, a través de sueños (su lugar favorito) o de recuerdos.
Aunque la historia de Hamlet inicia en una escena donde dos centinelas hacen guardia en la explanada del palacio, el inicio de la tragedia comienza tras el fallecimiento del padre.
Hamlet sufre un duelo que se prolonga más de lo esperable, por lo que su tío Claudio le dice:
¿Será bien que el corazón padezca queriendo neciamente resistir a lo que es y debe ser inevitable? […] Modera, pues, yo te lo ruego, esa inútil tristeza.
Hamlet desarrolla una reacción anormal frente a le pérdida de su padre. Para el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM-5) un duelo que se prolonga por cierto periodo de tiempo se convierte en un trastorno depresivo mayor.
Resulta curioso que si analizamos cuidadosamente el texto, Hamlet manifiesta los nueve síntomas mencionados en los criterios para el diagnóstico del trastorno depresivo mayor del DSM-5.
En un breve pasaje, en donde Polonio comenta al rey sobre el lamentable estado de Hamlet, vemos cumplidos cinco de los nueve criterios del DSM-5: ánimo depresivo, falta de apetito, insomnio, fatiga y disminución de la capacidad para pensar o concentrarse:
Comenzó a padecer melancolías, después inapetencia, después vigilias, después debilidad, después aturdimiento, y después… la locura.
Sin embargo, Hamlet no expresó síntomas psicóticos, ya que toda su conducta era congruente con la realidad que le rodeaba. Si bien para los que no conocían sus conflictos, su comportamiento pudiera haber parecido como el de un psicótico.
Uno de sus amigos, Ricardo, exclamó:
Él mismo reconoce los extravíos de su razón, pero no ha querido manifestarnos el origen de ellos.
El texto nos muestra que en varias ocasiones Hamlet expresaba una actitud alucinada y soliloquios, sobre todo cuando percibía la sombra de su padre, su misma madre se lo hace notar en una escena:
¡Ay! ¿Y en qué piensas tú, que así diriges la vista donde no hay nada, razonando con el aire incorpóreo?… ¿A quién estás mirando?… ¿A quién dices eso?
Hay quien podría afirmar que realmente Hamlet estaba psicótico y que presentaba alucinaciones auditivas y visuales. Pero hasta la fecha ningún psiquiatra ha podido conocer a un psicótico que a través de sus alucinaciones haya resuelto un crimen, como lo hizo Hamlet. Irónicamente, Ofelia, su enamorada, es quien realmente desarrolla una depresión psicótica tras la muerte de su padre (a
manos de Hamlet), como lo expresa Horacio:
Está loca, es verdad; pero eso mismo debe excitar vuestra compasión.
Shakespeare, como si redactara un historial clínico, describe la conducta de Ofelia:
Profiere razones equívocas en que apenas se halla sentido […] dando a sus palabras una combinación arbitraria.
Resulta también interesante ver que Shakespeare consideraba a los síntomas psicóticos como manifestaciones de la gravedad de la depresión.
En otro pasaje, el rey habla sobre la conducta desjuiciada de Ofelia y dice:
¡Oh! todo es efecto de un profundo dolor: todo nace de la muerte de su padre.
Un mismo evento acontece a Ofelia y a Hamlet: la muerte del padre; y Shakespeare nos muestra la fragilidad de Ofelia ante el dolor emocional. Nos muestra cómo sucumbe a la locura, mientras que Hamlet soporta estoicamente la realidad. El mismo hermano de Ofelia lo reconoce así:
¡Oh cielos! ¿Y es posible que el entendimiento de una tierna joven sea tan frágil como la vida del hombre decrépito?
Pero volvamos a la psicopatología de Hamlet. El texto menciona un criterio más además de los cinco ya mencionados, la disminución del interés en todas o casi todas las ocupaciones:
Yo he perdido […] sin saber la causa, toda mi alegría, olvidando mis ordinarias ocupaciones.
En otro pasaje se expresa un séptimo criterio, los sentimientos de inutilidad y de culpa:
Tan pobre soy, que aún de gracias estoy escaso.
Más adelante Hamlet se dice a sí mismo:
Pero yo, miserable, sin vigor y estúpido.
También expresa:
Al considerar algunas cosas de que puedo acusarme, sería mejor que mi madre no me hubiese parido. Yo soy muy soberbio, vengativo, ambicioso, con más pecados sobre mi cabeza que pensamientos para explicarlos, fantasía para darles forma, ni tiempo para llevarlos a ejecución.
Un octavo criterio, la agitación, es mencionada en una dramática escena donde la madre de Hamlet, Gertrudis, es testigo de la muerte de Polonio a manos de su hijo:
Al ver Gertrudis la extraordinaria agitación de Hamlet manifiesta en su semblante y acciones, teme que va a matarla.
Más adelante Gertrudis exclama:
¡Oh! derrama sobre el ardiente fuego de tu agitación la paciencia fría.
Hamlet también expresa el noveno criterio, los pensamientos de muerte. Cuando uno de los centinelas le previene contra el peligro de seguir al fantasma de su padre, Hamlet contesta:
¿Y por qué no? ¿Qué temores debo tener? Yo no estimo la vida en nada…
En un famoso monólogo también expresa este tipo de ideas:
Morir es dormir… y tal vez soñar. Sí, y ved aquí el grande obstáculo; porque considerar qué sueños podrían ocurrir en el silencio del sepulcro, cuando hayamos abandonado este despojo mortal, es razón harto poderosa para detenernos.
Hamlet también manifiesta otros síntomas de depresión, no considerados en los criterios diagnósticos del DSM-5, pero que muchos psiquiatras toman en cuenta al realizar una evaluación del estado mental: la disminución en la higiene y el aliño. Ofelia lo describe así en una conversación con Polonio:
…la ropa desceñida, sin sombrero en la cabeza, sucias las medias, sin atar, caídas hasta los pies, pálido como su camisa…
A través de este breve estudio hemos podido ver cómo el genio y la intuición de Shakespeare fueron extremadamente sensibles para describir en Hamlet un duelo que progresó a un trastorno depresivo
mayor, con criterios que más de cuatrocientos años más tarde serían propuestos por la Asociación Psiquiátrica Americana e incluidos en el DSM-5. En Hamlet vemos cómo a través de los siglos, la intuición
poética y la investigación científica se dan la mano.
Es por eso que lo grandes escritores han sido considerados desde hace siglos como excelentes conocedores del comportamiento humano y de sus manifestaciones patológicas. Shakespeare ha sido
sin duda uno de los dramaturgos cuya obra ha trascendido en casi todas las esferas y cuya influencia en nuestra cultura es aún inestimable.
Bloom escribió respecto a esto:
Todos nosotros fuimos, hasta un grado escandaloso, pragmáticamente reinventados por Shakespeare. Las «obras completas de William Shakespeare» podrían llamarse igualmente «el Libro de la Realidad».
Es en este “libro de la realidad” donde algunos psiquiatras se asomaron, antes que el padre del psicoanálisis, en su búsqueda del entendimiento de la psique humana.
Mauricio Leija Esparza