Los trastornos alimentarios y la cultura mexicana

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Santiago Ramírez, quien fue uno de los principales representantes de la escuela psicoanalítica en México, habló sobre la importancia de la relación madre-hijo en el desarrollo futuro de alteraciones en los hábitos alimentarios. Citando el ejemplo de una madre judía inmigrante que llega a un país americano, comenta:

“Al tener a su hijo en el país que le dio albergue, va a mitigar muchas de sus penas, de sus angustias y de sus temores en la relación con el hijo… Será así como el niño comerá no únicamente lo que biológicamente necesita sino también todo aquello de lo que la madre careció cuando a su vez era niña… será objeto de una sobrealimentación… Tanto en las normas seguidas ante la alimentación como en las relativas al trato social, la madre estará reparando aquello que sufrió, aquello de lo que se vio privada.” 

Más adelante Ramírez expresa el sentir de la madre hacia su hijo:

“come por todo lo que yo no comí, por todas las privaciones de mi infancia miserable, por todo aquello que siempre desee y no tuve.”
 

No podemos dejar a un lado algunos aspectos socioculturales relativos a nuestro medio, los cuales podrían ser relevantes para comprender el origen de los trastornos alimentarios al menos en nuestro país. Empecemos por mencionar el hecho de que una gran cantidad de hogares sufren el abandono del padre.  Joaquín Antonio Peñalosa lo expresa claramente haciendo la siguiente observación: 
“El primer mestizo nació de un padre ausente y una madre soltera. Después de más de cuatro siglos, la historia sigue siendo casi igual.” 
Peñaloza
Santiago Ramírez también comenta en relación a la figura del padre:

“La participación del padre en el hogar es limitada, se trata más bien de un ser ausente, que cuando eventualmente se presenta es para ser servido, admirado y considerado. Los contactos emocionales con la madre son mínimos, al igual que con el hijo”.

Es importante señalar que en otros países un comportamiento disfuncional del padre, tal como lo vemos en México, puede predisponer al desarrollo de un trastorno alimentario. En un estudio realizado en la ciudad de Nueva York se encontró que el comportamiento disfuncional del padre, más que el de la madre, predispone al desarrollo de un trastorno de la conducta alimentaria en los hijos. Los autores comentan: “la asociación entre la conducta maladaptativa del padre y el desarrollo de un trastorno alimentario en los hijos fue en parte mediado por la baja identificación de los hijos con la figura paterna. Los adolescentes que no se identificaron con su padre tuvieron un elevado riesgo para desarrollar un trastorno alimentario”
 Partiendo del concepto de que la personalidad dependiente tiende a prevalecer en nuestra población ¿qué sucede cuando una mujer es abandonada por su cónyuge, y cómo puede esto influir en sus hábitos alimentarios? Cuando Erich Fromm visitó nuestro país, invitado por la Universidad Nacional AutóFrommnoma de México, realizó un estudio sobre las características psicológicas de los habitantes de una población del estado de Morelos. Al estudiar la orientación del carácter de esta población, encontró que la que más predominaba era la orientación receptiva (dependiente).
Siempre y cuando haya disponibilidad de alimento, la dependencia de la mujer que es abandonada puede transformarse ahora en una “adicción” a la comida. Fromm, hablando sobre las orientaciones del carácter, escribió: “el tipo receptivo se caracteriza por su gran afición a la comida y la bebida. Tales personas tienden a compensar su ansiedad y depresión comiendo y bebiendo”

Carlos Fuentes en su libro La Frontera de Cristal narra la historia de un chef que padecía obesidad, el escritor describe cómo sus atracones tenían origen en sentimientos de soledad y rechazo, pues este personaje trataba de “…compensar la imposibilidad erótica con la posibilidad culinaria”. También es importante mencionar que algunos autores  han reportado que diversos estados de ánimo negativos, principalmente la ansiedad, pueden precipitar la presencia de atracones.
No sería raro, entonces, que un gran porcentaje de mujeres que han sufrido el abandono de su pareja y desempeñan solas el papel de madres pudieran padecer de sobrepeso u obesidad. Las características del cuerpo de la madre bien podrían representar un temor para las hijas en la pubertad o adolescencia, dicho en palabras de Josep Toro:

 “el temor a acabar teniendo un cuerpo como el del padre o la madre (obesos), y mil cosas más, pueden poner en marcha la decisión de adelgazar y, a partir de ésta, el proceso anoréxico.”

También es importante analizar cuál es la actitud de los padres mexicanos ante su propio sobrepeso u obesidad, la cual, en contraste con las nuevas generaciones, parece que en su tiempo no resultaba en una fuente de preocupación importante.
Este contraste nos puede ayudar a entender el conflicto que puede desencadenarse al convivir bajo un mismo techo unos padres obesos y una hija que lucha contra el miedo a engordar.
También cabe señalar que los padres de las pacientes con trastornos alimentarios, aún cuando pudieron haber sido delgados en su niñez y adolescencia, posiblemente la constitución de su cuerpo haya cambiado (quizá por multitud de factores, algunos desconocidos) para el momento en que nacieron sus primeros hijos. Nuevamente Peñalosa señala respecto a la cultura mexicana:
“Me dicen que casarse y engordar es aquí asunto de rutina, desde luego en ellas, y por concomitancia en ellos”.
 
Este escritor también habla sobre los hábitos alimentarios del mexicano, los cuales son necesarios tomar en cuenta para ampliar nuestro entendimiento sobre el contexto en que se desarrollan los trastornos de la conducta alimentaria.

“Desde que le quitaron el biberón, abandonó la leche para siempre, pero se bebe de uno a dos litros diarios de refresco, que no tienen ningún valor nutritivo…Desordenadísimo para comer y goloso por definición, el mexicano no engulle lo que le nutre sino lo que le gusta. Así se pasa el día devorando un surtido rico de esa infinita variedad de “antojitos” que, junto con la bandera y el himno nacional, integran la sustancia de la patria… Que teniendo un taco en la mano y un refresco en la otra, eso es vida…”  
firma MLLibro-Pluma-56323

Psiquiatra Infantil